La prescripción de antibióticos en medicina veterinaria es una herramienta indispensable, pero también una de las más frecuentemente mal empleadas.
La presión asistencial, la falta de pruebas complementarias inmediatas y los hábitos clínicos arraigados pueden llevar a errores en la antibioticoterapia que afectan tanto al paciente como a la salud pública, al favorecer la aparición de resistencias antimicrobianas.
Evitar estos errores requiere una revisión crítica de la práctica diaria, el seguimiento de guías clínicas actualizadas y una sólida base en farmacología.
Principales errores al administrar antibióticos en clínica veterinaria
Veamos cuáles son los errores más comunes que se han ido observando en centros veterinarios generalistas, acompañados de ejemplos y recomendaciones prácticas.
1. Uso empírico sin confirmación diagnóstica
Aunque el inicio empírico es a veces necesario, en muchos casos se inicia antibiótico sin pruebas mínimas:
- Cultivo bacteriano y antibiograma: especialmente en infecciones urinarias, dermatológicas recurrentes y otitis crónicas.
- Citologías o pruebas rápidas que orienten la etiología.
Ejemplo: iniciar amoxicilina-clavulánico en una dermatitis sin citología ni rascado → tratamiento ineficaz en caso de Malassezia o etiología no bacteriana.
2. Elección inadecuada del principio activo
Se suelen utilizar en muchas ocasiones, los antibióticos de amplio espectro en infecciones localizadas o sin riesgo sistémico, lo que favorece resistencias innecesarias:
- Uso indiscriminado de fluoroquinolonas (en casos de otitis o diarrea leve).
- Elección de cefovecina cuando hay buena adherencia al tratamiento oral.
Recomendación: priorizar antibióticos de primer escalón (aminopenicilinas, cefalexina, doxiciclina) antes de escalar.
3. Duración del tratamiento insuficiente o excesiva
No hay una duración “única” válida para todos los procesos infecciosos. Sin embargo, es común ver:
- Tratamientos interrumpidos a los 3–4 días “porque ya no hay fiebre”.
- Tratamientos prolongados sin revaluación clínica.
Las guías ISCAID y PROVET recomiendan:
- Piel: 7–14 días, reevaluar a los 7.
- Infecciones urinarias: 3–5 días en cistitis no complicada.
- Respiratorias: 7–10 días, con revisión clínica.
4. Mala elección de la vía de administración
El uso de antibióticos por vía parenteral sin necesidad es frecuente, especialmente en animales ambulatorios:
- Casos en los que el antibiótico oral tiene igual biodisponibilidad.
- Inyecciones de acción prolongada como comodidad, no por indicación médica.
Ejemplo: uso de cefovecina en cistitis recurrente sin cultivo previo, cuando una doxiciclina oral podría ser más efectiva.
5. Errores de dosificación
- Subdosificación: uso de dosis más bajas por temor a efectos adversos, especialmente en animales geriátricos.
- Sobredosificación: errores de cálculo por no tener en cuenta el estado corporal real.
- Administración en intervalos incorrectos (cada 12 h vs cada 8 h).
Ejemplo: prescribir enrofloxacino 5 mg/kg SID sin ajustar según el espectro o la infección tratada → fracaso terapéutico.
Tabla práctica: errores frecuentes por fármaco y cómo evitarlos
Antibiótico | Error común | Recomendación clínica |
Amoxicilina-clavulánico | Uso empírico sin cultivo | Indicar solo en infecciones confirmadas |
Enrofloxacino | Uso como primera opción en otitis | Reservar para infecciones complicadas y resistentes |
Cefovecina | Uso repetido sin evaluación | No usar como “comodín”, evitar uso rutinario |
Metronidazol | Uso en diarreas no específicas | Confirmar presencia de giardia o clostridium |
Doxiciclina | Uso sin protección gástrica | Administrar con comida o gastroprotectores |
Otras prácticas incorrectas comunes
- No informar al tutor de la importancia de completar el tratamiento: abandono precoz → recaídas y resistencias.
- Uso conjunto de antibióticos antagonistas: como betalactámicos con tetraciclinas.
- No ajustar dosis en pacientes con enfermedad renal o hepática.
- Administrar por vía intramuscular antibióticos que provocan necrosis si no se diluyen correctamente.
Cómo evitar estos errores en consulta general
Todos estos errores se pueden evitar teniendo en cuenta las siguientes pautas:
1. Seguir protocolos de uso racional de antibióticos
- Consultar guías clínicas (ISCAID, PROVET, WSAVA).
- Tener un listado de antibióticos de elección por tipo de infección.
- Establecer criterios de cultivo: infecciones recurrentes, falta de respuesta, inmunosupresión.
2. Formular siempre que sea posible con diagnóstico
- Citología básica (otitis, dermatitis, secreciones).
- Urianálisis + tira + sedimento antes de tratar cistitis.
- PCR o serologías cuando se sospechan infecciones sistémicas.
3. Registrar con precisión dosis, duración y vía
- Historia clínica digital con ficha terapéutica obligatoria.
- Seguimiento activo a los 3–5 días del inicio del tratamiento.
4. Educar al tutor sobre el uso correcto
- Explicar el porqué del antibiótico, efectos adversos y consecuencias del mal uso.
- Dar pauta escrita, no solo verbal.
5. Fomentar la reevaluación antes de renovar tratamiento
- Nunca renovar un antibiótico sin examen clínico.
- Evitar dejar “el antibiótico de siempre” en la ficha sin revisión periódica.
Conclusión
El mal uso de antibióticos no solo compromete la salud del paciente, sino que tiene implicaciones directas en la aparición de resistencias que afectan a toda la población.
En la clínica general, la antibioticoterapia responsable comienza con decisiones informadas, diagnóstico riguroso y una actitud crítica hacia los hábitos adquiridos. La diferencia entre curar o fracasar está muchas veces en los pequeños detalles.
Referencias
- Papich, M. G. (2021). Saunders Handbook of Veterinary Drugs (5.ª ed.). Elsevier.
- Guardabassi, L., & Prescott, J. F. (2020). Antimicrobial Stewardship in Veterinary Medicine. Springer.
- Weese, J. S., & Giguère, S. (2023). Antimicrobial Therapy in Veterinary Medicine (6.ª ed.). Wiley-Blackwell.
- ISCAID Guidelines (2021). International Society for Companion Animal Infectious Diseases.
- Martínez, M. A., & Moreno, M. A. (2022). Prácticas racionales en el uso de antimicrobianos en animales de compañía. Revista de Medicina Veterinaria, 12(3), 115–127.