El síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) es una condición clínica grave en perros que se caracteriza por una respuesta inflamatoria generalizada del organismo frente a una variedad de insultos, incluyendo infecciones, traumas, pancreatitis, y otros procesos inflamatorios o neoplásicos. SIRS puede progresar rápidamente a shock séptico, fallo multiorgánico y muerte si no se maneja de manera adecuada. En este artículo, exploraremos las estrategias de tratamiento inicial para el manejo del SIRS en perros durante una consulta de urgencia, centrándonos en la estabilización del paciente, el control de la causa subyacente y la prevención de complicaciones.
¿Qué es el síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) en perros?
SIRS es una respuesta inflamatoria generalizada que puede ser desencadenada por diversos factores, como infecciones (sepsis), traumatismos, quemaduras, pancreatitis, isquemia/reperfusión, neoplasias, entre otros. La respuesta inflamatoria es mediada por la liberación excesiva de citoquinas proinflamatorias, radicales libres y otros mediadores que pueden llevar a la disfunción orgánica.
Criterios diagnósticos de SIRS en perros
El diagnóstico de SIRS se basa en la presencia de al menos dos de los siguientes criterios:
- Temperatura corporal: > 39.2 °C (hipertermia) o < 37.8 °C (hipotermia)
- Frecuencia cardíaca: > 120 latidos por minuto (taquicardia)
- Frecuencia respiratoria: > 20 respiraciones por minuto o PaCO2 < 32 mmHg (taquipnea)
- Recuento de leucocitos: > 17,000/µL o < 6,000/µL, o > 3% de neutrófilos inmaduros (bandas)
Estrategias de tratamiento inicial para SIRS en perros
El manejo del SIRS en perros se centra en estabilizar al paciente, controlar la causa subyacente, y prevenir el desarrollo de complicaciones secundarias como shock séptico o fallo multiorgánico. El tratamiento inicial debe ser agresivo y oportuno.
Estabilización inicial del paciente
a. Fluidoterapia agresiva
La fluidoterapia es el pilar del tratamiento inicial para mantener la perfusión tisular y la presión arterial adecuada:
- Fluidos isotónicos cristaloides: Como solución salina isotónica o Lactato de Ringer. Administrar inicialmente un bolus de 10-20 ml/kg IV en 15-30 minutos y reevaluar al paciente. Repetir según sea necesario para mejorar la perfusión.
- Fluidos coloides: Utilizados en casos de hipoproteinemia o cuando los cristaloides no son suficientes para mantener la presión arterial. Opciones incluyen:
- Hetastarch: 5-10 ml/kg en bolus IV, seguido de una infusión continua de 1-2 ml/kg/hora.
- Albúmina: Considerar en casos de hipoalbuminemia severa, administrando una infusión lenta de 0.5-1 g/kg.
b. Oxigenoterapia
- Administrar oxígeno suplementario mediante jaula de oxígeno, máscara o cánula nasal para corregir hipoxemia y mejorar la oxigenación tisular.
c. Monitoreo y soporte cardiovascular
- Monitorear signos vitales (frecuencia cardíaca, presión arterial, frecuencia respiratoria) y parámetros de perfusión (mucosas, tiempo de relleno capilar).
- Vasopresores: Si la presión arterial media (PAM) sigue siendo inferior a 65-70 mmHg después de la fluidoterapia adecuada, considerar el uso de vasopresores:
- Dopamina: Iniciar a 5-10 µg/kg/min IV, ajustando según la respuesta clínica.
- Norepinefrina: 0.05-0.5 µg/kg/min IV, en casos refractarios a la dopamina.
Control de la causa subyacente
Identificar y tratar la causa subyacente del SIRS es fundamental para un manejo exitoso:
a. Terapia antimicrobiana
- Antibióticos de amplio espectro: Iniciar tan pronto como se sospeche de una fuente infecciosa (sepsis), especialmente antes de los resultados del cultivo. Elegir combinaciones efectivas contra bacterias gram-positivas, gram-negativas y anaerobias.
- Amoxicilina-ácido clavulánico (20 mg/kg IV cada 8 horas) + Enrofloxacina (5-10 mg/kg IV o PO cada 24 horas)
- Ceftriaxona (25-50 mg/kg IV cada 12 horas) + Metronidazol (10-15 mg/kg IV o PO cada 12 horas)
b. Tratamiento específico según etiología
- Pancreatitis: Ayuno inicial, fluidoterapia agresiva, analgesia (opioides como metadona o buprenorfina) y manejo antiemético.
- Trauma o hemorragia: Control quirúrgico de la fuente de hemorragia, estabilización de fracturas, y manejo del dolor.
- Neoplasias: Evaluación oncológica y posibles tratamientos paliativos o curativos según el tipo y estadio.
Control de la inflamación y soporte adicional
a. Control del dolor
El manejo del dolor es esencial en pacientes con SIRS para reducir la activación adicional del sistema inmunológico y mejorar el confort del paciente:
- Opioides: Como metadona (0.1-0.2 mg/kg IV o IM cada 4-6 horas) o buprenorfina (0.01-0.02 mg/kg IV, IM o SC cada 8 horas).
b. Control de la fiebre
- Antipiréticos: Como el metamizol (25 mg/kg IV o IM) en caso de fiebre persistente superior a 40°C. Evitar los AINES en casos de hipotensión o insuficiencia renal.
c. Nutrición y soporte metabólico
- Introducción temprana de alimentación enteral cuando el paciente esté estabilizado y no haya contraindicación.
- Suplementos nutricionales como glutamina para mejorar la integridad de la mucosa intestinal y prevenir la translocación bacteriana.
Prevención de complicaciones y monitoreo
a. Monitoreo constante
- Monitoreo clínico intensivo: Evaluación frecuente de signos vitales, perfusión tisular, producción urinaria y respuesta al tratamiento.
- Análisis de laboratorio repetidos: Hemograma, bioquímica sérica, gases sanguíneos y coagulograma para monitorear la progresión de la enfermedad y ajustar el tratamiento.
b. Prevención del daño orgánico secundario
- Protectores gástricos: Como omeprazol (1 mg/kg IV o PO cada 24 horas) o ranitidina (1-2 mg/kg IV cada 12 horas) para prevenir úlceras de estrés.
- Terapia anticoagulante: Heparina de bajo peso molecular (100-200 UI/kg SC cada 8-12 horas) para prevenir tromboembolismo en pacientes con riesgo elevado.
Conclusión
El manejo inicial del síndrome de respuesta inflamatoria sistémica (SIRS) en perros requiere una respuesta rápida y agresiva para estabilizar al paciente, controlar la causa subyacente y prevenir complicaciones graves. La fluidoterapia, el soporte cardiovascular y la identificación temprana de la causa son elementos clave para mejorar el pronóstico del perro. Un enfoque multidisciplinario y un monitoreo intensivo son esenciales para guiar el tratamiento y ajustar las terapias según la evolución del paciente. Mantenerse actualizado sobre las últimas recomendaciones y protocolos de manejo es fundamental para ofrecer el mejor cuidado posible en situaciones de urgencia.
Referencias
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