El moquillo canino, también conocido como distemper, es una enfermedad viral con un alto grado de contagiosidad. Afecta a perros de todas las edades, aunque los cachorros y los perros no vacunados son los más vulnerables.
Este virus ataca varios sistemas del organismo, incluyendo el respiratorio, gastrointestinal y nervioso, lo que lo convierte en una infección que hay que tener muy en cuenta en la clínica veterinaria.
Así que hablaremos sobre el diagnóstico del moquillo, los perros con mayor riesgo de contraerlo y los protocolos de manejo y tratamiento más efectivos para controlar esta grave enfermedad. ¡Empezamos!
¿Qué es el moquillo canino?
El moquillo canino es causado por un virus del género Morbillivirus, similar al que provoca el sarampión en humanos. Este virus tiene una alta capacidad de transmisión, especialmente a través de secreciones respiratorias y excreciones de animales infectados.
Afecta múltiples sistemas del cuerpo, lo que genera una gran variedad de signos clínicos y complicaciones severas.
El virus tiene un período de incubación de 1 a 2 semanas, pero los síntomas pueden tardar más tiempo en aparecer, lo que complica su diagnóstico temprano. En muchos casos, puede ser fatal, especialmente si no se implementa un tratamiento adecuado desde las primeras etapas.
Diagnóstico del moquillo en perros
Los síntomas del moquillo pueden variar significativamente dependiendo del sistema afectado, lo que hace que el diagnóstico clínico sea bastante complejo, sobre todo en los inicios de la enfermedad. Entre los signos más comunes encontramos:
- Fiebre alta
- Secreciones nasales y oculares
- Tos persistente y dificultad respiratoria
- Diarrea y vómitos
- Convulsiones, tics nerviosos y otros signos neurológicos
Pruebas diagnósticas
- Test ELISA: Similar a su uso en parvovirus, esta prueba detecta la presencia de antígenos del virus en las secreciones oculares, nasales o en la sangre. Es útil para confirmar la infección en casos sospechosos.
- PCR: La prueba de PCR es más precisa y puede identificar incluso pequeñas cantidades del virus en muestras de sangre o tejidos.
- Radiografías torácicas: Pueden ser útiles para evaluar el estado pulmonar en casos en los que predomina la afectación respiratoria.
- Análisis de líquido cefalorraquídeo (LCR): En casos de signos neurológicos, se puede realizar una punción lumbar para evaluar la presencia del virus en el sistema nervioso central.
Perros con mayor predisposición al moquillo
Los cachorros y perros jóvenes no vacunados son los más susceptibles al moquillo. También es frecuente en perros que viven en ambientes con muchos animales, como refugios, o aquellos con un historial de vacunación incompleto.
Las razas braquicéfalas (como el Bulldog o el Pug) pueden sufrir complicaciones respiratorias más graves debido a su anatomía.
Manejo de urgencia en casos de moquillo
El tratamiento del moquillo se basa en la gestión de los síntomas, ya que, al igual que otras infecciones virales, no existe un antiviral específico para el Morbillivirus. El tratamiento temprano y un manejo intensivo pueden mejorar el pronóstico.
Protocolo de manejo urgente
- Rehidratación intensiva: La deshidratación es común debido a la fiebre, vómitos y diarrea. Es esencial reponer los líquidos y electrolitos perdidos mediante fluidoterapia.
- Solución Ringer lactato o salina al 0,9%:
- Dosis: 40-80 ml/kg/día, ajustado según la severidad de la deshidratación.
- Vía de administración: Intravenosa (IV).
- Solución Ringer lactato o salina al 0,9%:
- Antibióticos de amplio espectro: Aunque el moquillo es una enfermedad viral, la inmunosupresión que provoca puede facilitar el desarrollo de infecciones bacterianas secundarias, especialmente a nivel respiratorio y gastrointestinal.
- Doxiciclina:
- Dosis: 5 mg/kg cada 12 horas.
- Vía de administración: Oral (VO) o intravenosa (IV).
- Enrofloxacina (en infecciones respiratorias complicadas):
- Dosis: 5 mg/kg cada 24 horas.
- Vía de administración: Oral (VO) o intravenosa (IV).
- Doxiciclina:
- Control de los síntomas neurológicos: El moquillo puede afectar el sistema nervioso central, causando convulsiones, tics musculares y otros signos neurológicos. Para controlar las convulsiones, los anticonvulsivos son fundamentales.
- Diazepam:
- Dosis: 0,5-2 mg/kg cada 6-8 horas.
- Vía de administración: Intravenosa (IV) o rectal en caso de convulsiones severas.
- Diazepam:
- Tratamiento antiinflamatorio: En casos de inflamación severa de los tejidos pulmonares o neurológicos, se pueden utilizar antiinflamatorios para reducir el daño.
- Prednisolona (corto plazo en casos severos):
- Dosis: 0,5-1 mg/kg cada 12 horas.
- Vía de administración: Oral (VO) o intravenosa (IV).
- Prednisolona (corto plazo en casos severos):
- Suplementación inmunológica y nutricional: Los perros con moquillo suelen estar inmunocomprometidos, por lo que es útil proporcionar soporte inmunológico y nutricional para mejorar su respuesta frente al virus.
- Suplementos vitamínicos (vitamina B, C y E): Promueven la recuperación del sistema inmunológico y alivia la debilidad generalizada.
Tratamiento a largo plazo
Los perros que sobreviven al moquillo pueden requerir cuidados prolongados, especialmente en el caso de secuelas neurológicas. La fisioterapia puede ser útil en estos casos, así como el manejo del dolor crónico si es necesario.
Tabla resumen de tratamiento para el moquillo en perros
Medicamento | Dosis (perros) | Vía de administración |
Ringer lactato / Salina | 40-80 ml/kg/día | Intravenosa (IV) |
Doxiciclina | 5 mg/kg cada 12 horas | Oral (VO) / IV |
Enrofloxacina | 5 mg/kg cada 24 horas | Oral (VO) / IV |
Diazepam | 0,5-2 mg/kg cada 6-8 horas | Intravenosa (IV) / Rectal |
Prednisolona | 0,5-1 mg/kg cada 12 horas | Oral (VO) / IV |
Conclusión
El manejo del moquillo canino requiere una intervención multifacética que aborde los diversos sistemas que el virus puede afectar. Si bien no existe una cura específica, un tratamiento de soporte intensivo y el manejo adecuado de los síntomas pueden aumentar de forma relevante las posibilidades de supervivencia.
La clave para evitar brotes de moquillo sigue siendo la prevención mediante la vacunación adecuada, que debe iniciarse en los primeros meses de vida del perro.
¿Te has encontrado muchos casos de moquillo en la práctica clínica? Esperamos que con este artículo puedas ofrecer el mejor tratamiento a tus pacientes caninos a partir de ahora.
Referencias
- Greene, C. E. (2012). Infectious Diseases of the Dog and Cat. Elsevier.
- Ettinger, S. J., & Feldman, E. C. (2017). Textbook of Veterinary Internal Medicine. Elsevier.
- Plumb, D. C. (2018). Plumb’s Veterinary Drug Handbook. Wiley-Blackwell.