Los traumatismos oculares en perros y gatos pueden llegar a ser bastante frecuentes en la clínica veterinaria. El ojo es un órgano especialmente vulnerable a golpes, arañazos, mordeduras o cuerpos extraños, y una atención rápida y adecuada puede marcar la diferencia entre conservar la visión o perderla.
El manejo inicial en clínica debe estar orientado a preservar la integridad del globo ocular, controlar el dolor y prevenir complicaciones secundarias, al mismo tiempo que se prepara al paciente para un posible tratamiento quirúrgico o derivación a un especialista.
Tipos de traumatismos oculares más frecuentes
Los traumatismos oculares pueden clasificarse en función del mecanismo de la lesión. Conocerlos facilita el diagnóstico diferencial y la elección del tratamiento.
- Contusiones: golpes directos en la cabeza o región ocular, frecuentes en atropellos o caídas.
- Laceraciones: heridas penetrantes provocadas por mordeduras, arañazos de gatos u objetos punzantes.
- Cuerpos extraños: espigas, fragmentos vegetales o polvo atrapados en la córnea o conjuntiva.
- Proptosis ocular: luxación del globo ocular fuera de la órbita, típica en razas braquicéfalas tras traumatismos.
- Quemaduras químicas o térmicas: menos comunes, pero graves en casos de exposición a sustancias cáusticas.
Cada tipo de traumatismo requiere un abordaje específico, pero todos comparten la necesidad de una valoración inmediata.
Signos clínicos de traumatismo ocular
La identificación rápida de los signos clínicos es fundamental en consulta.
Manifestaciones habituales:
- Blefaroespasmo
- Epífora
- Edema y enrojecimiento conjuntival
- Opacidad corneal, úlceras o laceraciones visibles
- Hifema
- Midriasis o miosis según afectación pupilar
- Proptosis con imposibilidad de cerrar los párpados
- Pérdida de visión parcial o total
El tutor suele describir dolor ocular evidente, secreción anormal o cambios repentinos en la apariencia del ojo.
Evaluación inicial en clínica
El primer contacto debe centrarse en estabilizar al paciente y valorar la gravedad de la lesión ocular.
Pasos básicos
- Anamnesis rápida: causa del traumatismo, tiempo transcurrido, antecedentes médicos.
- Exploración general: descartar traumatismos sistémicos asociados (fracturas, shock).
- Exploración ocular cuidadosa: siempre con luz adecuada y, si es posible, con fluoresceína para valorar lesiones corneales.
- Analgesia inmediata: opioides sistémicos o buprenorfina; evitar AINEs tópicos en presencia de úlceras.
Es fundamental manipular el ojo con suavidad y evitar presión excesiva, especialmente si se sospecha perforación.
Pruebas diagnósticas básicas
Las pruebas deben realizarse con rapidez, sin retrasar la estabilización:
- Test de fluoresceína: identifica úlceras o perforaciones corneales.
- Test de Schirmer: valora producción lagrimal, aunque no es prioritario en urgencias graves.
- Medición de presión intraocular (tonometría): útil, salvo en sospecha de perforación o proptosis.
- Exploración con lámpara de hendidura: cuando esté disponible, aporta gran detalle.
En casos graves, puede ser necesario complementar con ecografía ocular si hay opacidad corneal que impide la visualización.
Manejo inmediato de los traumatismos oculares
El tratamiento inicial depende del tipo de lesión, pero existen medidas generales aplicables en la mayoría de casos.
Medidas generales
- Evitar que el animal se autotraumatice (uso de collar isabelino).
- Aplicar lágrimas artificiales estériles para mantener la hidratación corneal.
- Prescribir antibióticos tópicos de amplio espectro en úlceras o heridas superficiales.
- Analgesia y, si procede, antiinflamatorios sistémicos (evitar corticoides tópicos en úlceras).
- Derivar de urgencia al especialista oftalmólogo en casos de perforación, proptosis o lesiones graves.
Lesiones específicas
- Proptosis ocular: mantener el ojo húmedo con suero fisiológico estéril y cubrir con gasas húmedas; remitir de inmediato a cirugía.
- Úlceras corneales: tratamiento con colirios antibióticos, analgesia y control estricto; derivación si hay riesgo de úlcera descemética.
- Heridas penetrantes: estabilizar al paciente, cubrir el ojo y remitir a cirugía reparadora.
- Hifema: reposo, antiinflamatorios sistémicos y monitorización de presión intraocular.
El tiempo de respuesta es crítico en la preservación de la visión.
Comunicación con el tutor
El tutor debe comprender la gravedad de un traumatismo ocular y la importancia de actuar sin demora. Puntos clave a transmitir:
- La visión puede perderse si no se actúa rápidamente.
- Algunos casos requieren cirugía especializada.
- El dolor ocular debe tratarse de inmediato, incluso si no se puede salvar el ojo.
- El seguimiento estrecho es fundamental, ya que las complicaciones pueden aparecer días después.
Una comunicación clara mejora la cooperación y la toma de decisiones en urgencias.
Tabla resumen: protocolo ante traumatismos oculares
Paso clínico | Actuación recomendada |
Anamnesis y exploración | Identificar mecanismo del traumatismo y evaluar gravedad |
Estabilización | Analgesia, exploración general, descartar traumatismos sistémicos |
Pruebas rápidas | Fluoresceína, tonometría (si es segura), exploración ocular |
Manejo inmediato | Hidratación corneal, antibióticos tópicos, collar isabelino |
Lesiones graves | Proptosis, perforaciones, úlceras profundas → derivación urgente |
Comunicación con tutor | Explicar gravedad, opciones terapéuticas y pronóstico |
Conclusión
Los traumatismos oculares en perros y gatos constituyen una urgencia oftalmológica que exige rapidez en la valoración y en la instauración de medidas básicas. El protocolo inicial en clínica debe centrarse en estabilizar al paciente, proteger el ojo y controlar el dolor, mientras se determina la necesidad de cirugía o derivación.
Referencias científicas
- Gelatt, K. N., Gilger, B. C., & Kern, T. J. (2013). Veterinary Ophthalmology (5ª ed.). Wiley-Blackwell.
- Maggs, D. J., Miller, P. E., & Ofri, R. (2018). Slatter’s Fundamentals of Veterinary Ophthalmology (6ª ed.). Elsevier.
- Grahn, B. H., & Sandmeyer, L. S. (2008). Ocular trauma in dogs and cats. Veterinary Clinics of North America: Small Animal Practice, 38(2), 323–349.