El dolor en animales hospitalizados es un problema a menudo subestimado. La hospitalización conlleva procedimientos invasivos, cirugías y enfermedades dolorosas que comprometen seriamente el bienestar de perros y gatos.
Además, el dolor no controlado tiene consecuencias fisiológicas adversas: retraso en la cicatrización, inmunosupresión, anorexia, estrés y mayor riesgo de complicaciones postoperatorias.
Por ello, la evaluación sistemática y objetiva del dolor debe formar parte de los protocolos de hospitalización. Reconocer y cuantificar el dolor es el primer paso para instaurar una analgesia adecuada y mejorar la recuperación.
Retos en la evaluación del dolor
El principal reto en veterinaria es que los pacientes no pueden verbalizar el dolor. La evaluación depende de la observación de cambios conductuales y fisiológicos, lo que exige experiencia clínica y herramientas validadas.
Factores que complican la detección:
- Variabilidad individual en la expresión del dolor.
- Comportamientos felinos más sutiles que los caninos.
- Efectos de la hospitalización (estrés, miedo) que enmascaran los signos.
- Sedación o medicación concomitante que dificulta la interpretación.
La evaluación debe ser multimodal, combinando observación directa, escalas de dolor validadas y parámetros fisiológicos.
Signos clínicos de dolor en hospitalización
Los signos varían según especie, intensidad y tipo de dolor. La observación continua es esencial para no pasar por alto manifestaciones discretas.
Perros
- Vocalización (quejidos, gemidos, ladridos inusuales).
- Inquietud, incapacidad para descansar.
- Posturas anormales (encorvamiento, protección de una extremidad).
- Jadeo excesivo no relacionado con el calor.
- Agresividad defensiva al manipular la zona dolorosa.
Gatos
- Inmovilidad y tendencia al escondite dentro de la jaula.
- Disminución del acicalamiento.
- Orejas hacia atrás, pupilas dilatadas.
- Postura encogida con extremidades bajo el cuerpo.
- Ausencia de vocalización (los gatos tienden a ocultar el dolor).
- Conducta defensiva al manipularse, arañazos o mordiscos.
Signos generales comunes
- Taquicardia y taquipnea.
- Hipertensión arterial.
- Disminución de la ingesta de alimentos y agua.
- Letargia o, por el contrario, hiperactividad anormal.
Escalas validadas de evaluación del dolor
El uso de escalas estandarizadas permite objetivar la evaluación y repetirla de forma comparativa en distintos momentos de la hospitalización.
Escalas en perros
- Glasgow Composite Measure Pain Scale (CMPS-SF): ampliamente validada, incluye parámetros conductuales y fisiológicos.
- Escala de Helsinki de dolor crónico: útil en hospitalizaciones prolongadas o en pacientes con patologías degenerativas.
Escalas en gatos
- Glasgow Feline Composite Measure Pain Scale: versión adaptada a felinos.
- Escala UNESP-Botucatu: validada para dolor agudo postoperatorio en gatos.
- Escala de dolor de la Universidad de Colorado: sencilla y práctica para uso diario.
Estas herramientas mejoran la comunicación entre veterinarios y ATVs, asegurando un manejo coherente del dolor.
Protocolo básico de evaluación del dolor en hospitalizados
Un protocolo práctico debe combinar observación sistemática y registros periódicos.
- Observación sin manipulación: valorar postura, nivel de actividad, interacción con el entorno.
- Observación durante la manipulación: respuesta al contacto y movilización.
- Registro de parámetros fisiológicos: frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, presión arterial, temperatura.
- Aplicación de escala validada: realizar al ingreso y luego en intervalos regulares (ej. cada 4–6 horas).
- Registro clínico: anotar puntuaciones y evolución, con ajustes en la analgesia según resultados.
La repetición periódica permite evaluar la eficacia de los tratamientos instaurados.
Consecuencias de no evaluar el dolor
La infravaloración del dolor en pacientes hospitalizados tiene consecuencias clínicas y éticas.
- Recuperación más lenta y hospitalización prolongada.
- Mayor riesgo de complicaciones postoperatorias.
- Estrés crónico con efectos inmunosupresores.
- Disminución de la confianza del tutor al ver a su animal incómodo.
- Repercusiones en la reputación y estándares de calidad de la clínica.
El dolor no tratado no solo afecta al bienestar, sino también al pronóstico global del paciente.
Comunicación con el tutor
El tutor debe comprender que el dolor en hospitalización se evalúa y trata de manera activa. Es importante explicar:
- Qué signos indican dolor en perros y gatos.
- Que existen escalas objetivas que ayudan a valorarlo.
- Que el protocolo incluye analgesia preventiva y ajustes según evolución.
- Que la colaboración del tutor, informando sobre cambios de conducta previos, ayuda a detectar el dolor más rápido.
La transparencia en el manejo del dolor genera confianza y refuerza el vínculo veterinario–tutor.
Tabla resumen: evaluación del dolor en hospitalizados
Aspecto | Perros | Gatos |
Signos conductuales | Vocalización, inquietud, jadeo, agresividad | Inmovilidad, pupilas dilatadas, postura encogida |
Signos fisiológicos | Taquicardia, taquipnea, hipertensión | Idem perros |
Escalas validadas | Glasgow CMPS-SF, Helsinki | Glasgow felina, UNESP-Botucatu, Colorado |
Protocolo recomendado | Observación, manipulación, parámetros fisiológicos, escala validada, registro periódico | Igual que en perros, con atención a sutileza de signos |
Papel del tutor | Identificación de cambios de conducta previos y comunicación con el equipo | Idem, con énfasis en signos más discretos en gatos |
Conclusión
La evaluación del dolor en animales hospitalizados debe ser un proceso sistemático, objetivo y repetitivo. El uso de escalas validadas, la observación clínica detallada y la implicación activa del equipo veterinario garantizan un manejo analgésico adecuado.
Reconocer el dolor no solo mejora el bienestar y acelera la recuperación, sino que también refuerza la confianza del tutor y eleva la calidad del servicio veterinario. La implementación de protocolos estandarizados debe considerarse un estándar de cuidado en toda hospitalización.
Referencias científicas
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