El abordaje anestésico y perioperatorio de un paciente cardiópata que requiere una cirugía no relacionada con el sistema cardiovascular representa una complicación adicional.
Tanto en perros como en gatos, la presencia de cardiopatías crónicas puede aumentar el riesgo anestésico y complicar la recuperación postoperatoria.
Evaluación preoperatoria: clave para la planificación anestésica
Antes de planificar la cirugía, es fundamental conocer el estado cardiovascular del paciente. Muchos animales cardiópatas se mantienen compensados durante meses o incluso años, pero pueden descompensarse fácilmente ante el estrés quirúrgico, la sedación o el dolor.
Una buena evaluación previa debe incluir:
- Historia clínica detallada: episodios de tos, disnea, intolerancia al ejercicio, síncopes.
- Auscultación cardíaca y pulmonar: presencia de soplos, arritmias, estertores.
- Presión arterial sistólica: detectar hipotensión o hipertensión.
- Radiografía torácica: valorar silueta cardíaca y patrón pulmonar.
- Ecocardiografía: en pacientes diagnosticados previamente o con soplos moderados-graves.
- Electrocardiograma: especialmente si hay sospecha de arritmias o cambios en la frecuencia cardíaca.
En gatos, muchas veces las cardiopatías son silentes. Por ello, ante cualquier hallazgo sugestivo (bradicardia, taquipnea, soplo sistólico), conviene ampliar el estudio antes de inducir la anestesia.
Estratificación del riesgo y toma de decisiones
No todos los pacientes cardiópatas tienen el mismo riesgo quirúrgico. Algunos pueden ser operados sin modificaciones importantes en el protocolo anestésico, mientras que otros requerirán ajustes significativos o incluso la suspensión temporal del procedimiento.
Criterios clínicos a tener en cuenta:
- Estado funcional: desde leve (clase I) hasta síntomas en reposo (clase IV).
- Estabilidad clínica en los últimos 30 días.
- Tipo de intervención: urgencia, duración y grado de dolor esperado.
- Grado de compensación cardíaca actual y función sistólica.
- Nivel de riesgo anestésico (ASA III o superior en la mayoría de casos).
El veterinario debe valorar junto al tutor el equilibrio riesgo-beneficio, especialmente en cirugías electivas o posponibles.
Elección del protocolo anestésico en pacientes cardiópatas
El objetivo es minimizar los efectos negativos de los fármacos sobre el sistema cardiovascular. En general, se evita la depresión miocárdica, la vasodilatación excesiva y las alteraciones del ritmo.
Recomendaciones prácticas:
- Evitar protocolos con preanestesia profunda o combinaciones agresivas (alfa2-agonistas, ketamina sola).
- Utilizar fármacos cardioestables: benzodiacepinas (midazolam), opioides puros (metadona, fentanilo), y en algunos casos bajas dosis de acepromazina.
- Inducción con etomidato o alfaxalona, evitando propofol en animales muy hipotensos o con disfunción ventricular grave.
- Monitorización intensiva: ECG, capnografía, presión arterial invasiva si es posible, oxímetro de pulso y temperatura.
- Fluido-terapia restrictiva: evitar sobrecarga en animales con enfermedad valvular o miocardiopatía dilatada.
En gatos, es especialmente importante evitar estrés preoperatorio, controlar bien la temperatura y limitar la duración del procedimiento.
Consideraciones intraoperatorias
Durante la cirugía, es clave mantener la estabilidad hemodinámica y evitar crisis que puedan descompensar al paciente.
Pautas clínicas durante la intervención:
- Preoxigenar siempre antes de la inducción.
- Mantener la frecuencia cardíaca en rangos fisiológicos para la especie y patología.
- Evitar hipotensión prolongada (PAM < 60 mmHg en perros; < 70 mmHg en gatos).
- Monitorizar el balance de fluidos y ajustar el ritmo según la respuesta hemodinámica.
- Disponer de fármacos inotrópicos (dobutamina) o vasopresores (efedrina, dopamina) si es necesario.
En pacientes con estenosis subaórtica o hipertrofia ventricular izquierda, es esencial evitar taquicardias y caídas bruscas de la precarga.
Cuidados postoperatorios: vigilancia y analgesia
El postoperatorio es tan importante como la anestesia. Muchos cardiópatas compensados pueden descompensarse en las horas posteriores si no se monitoriza adecuadamente su evolución.
Puntos clave para el postoperatorio:
- Estancia en UCI o área tranquila, con oxigenoterapia si hay disnea o signos congestivos.
- Control del dolor con opioides y paracetamol (evitar AINEs en pacientes con perfusión renal comprometida).
- Monitorización continua de frecuencia cardíaca, respiración, mucosas y temperatura.
- Reevaluación con radiografía o ecografía si aparecen signos de edema pulmonar o fatiga.
En gatos con cardiomiopatía hipertrófica, el dolor mal controlado o el estrés pueden precipitar un fallo cardíaco agudo.
Tabla resumen: pautas para el manejo anestésico de cardiópatas en cirugía no cardíaca
Etapa | Pautas clínicas clave |
Evaluación preoperatoria | Historia, auscultación, PA, Rx torácica, ECG, eco si hay sospecha |
Estratificación del riesgo | Valorar estado funcional, urgencia, compensación y clasificación ASA |
Premedicación | Midazolam + opioide (metadona, fentanilo); evitar alfa2 y ketamina sola |
Inducción anestésica | Etomidato o alfaxalona; evitar propofol en disfunción ventricular severa |
Mantenimiento | Isofluorano o sevofluorano con mínimo efecto sobre contractilidad |
Monitorización | ECG, capnografía, PA invasiva si posible, oxímetro de pulso, temperatura |
Fluidoterapia | Moderada; evitar sobrecarga |
Postoperatorio | Vigilancia intensiva, oxígeno, analgesia controlada, evitar hipotermia o estrés |
Conclusión
El manejo del paciente cardiópata en cirugía no cardíaca requiere un enfoque individualizado, centrado en la estabilidad hemodinámica, la analgesia adecuada y la mínima agresividad farmacológica.
Evaluar correctamente la situación cardiovascular previa, adaptar el protocolo anestésico y monitorizar al paciente de forma intensiva durante y después de la cirugía son claves para minimizar riesgos.
Tanto en perros como en gatos, la comunicación con el tutor debe ser clara desde el principio, explicando el riesgo anestésico de forma honesta y proponiendo soluciones realistas para cada caso. Un paciente bien monitorizado, con un equipo preparado, tiene muchas más probabilidades de superar la cirugía sin complicaciones.
Referencias científicas
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