La diarrea hemorrágica aguda en perros es una urgencia clínica frecuente que puede ir desde un cuadro autolimitado hasta una situación potencialmente mortal. El abordaje rápido, estructurado y basado en datos clínicos claros marca la diferencia entre una recuperación sin secuelas o una complicación grave
Causas más frecuentes de la diarrea hemorrágica en perros
Aunque muchos casos se catalogan como idiopáticos, existen causas bien documentadas:
- Gastroenteritis hemorrágica (SDHA)
- Parvovirosis (en animales no vacunados)
- Intolerancias alimentarias agudas
- Ingestión de toxinas o cuerpos extraños
- Estrés agudo (especialmente en perros jóvenes o sensibles)
- Disbiosis intestinal tras tratamientos antibióticos recientes
En consulta es habitual que el tutor no relacione la aparición repentina de diarrea con un evento previo (cambio de pienso, restos de comida, paseo libre). Por eso, es fundamental interrogar a fondo sobre cambios recientes o acceso a alimentos fuera del control habitual.
Signos clínicos que deben alertar
Lo más llamativo suele ser la presencia de sangre fresca en las heces, a menudo acompañada de letargia, vómitos o deshidratación. Algunos signos de alarma son:
- Heces con sangre roja brillante o coágulos
- Letargia marcada o colapso
- Vómitos con sangre o biliosos
- Deshidratación evidente (pliegue cutáneo, mucosas secas)
- Hipotermia o fiebre
Consejo práctico: ante un cachorro con diarrea hemorrágica aguda, fiebre y decaimiento, siempre descartar parvovirosis, incluso si está vacunado parcialmente.
Pasos iniciales del protocolo
Un protocolo eficaz comienza con una evaluación ordenada:
- Evaluación rápida del estado general: temperatura, mucosas, pulso, tiempo de llenado capilar.
- Estabilización inmediata si hay shock o colapso: fluidoterapia IV con cristaloides.
- Recogida de datos relevantes: historial de vacunación, desparasitación, alimentación, acceso a tóxicos.
- Analítica básica inmediata: hematocrito, proteínas totales, glucosa, lactato (si está disponible).
- Descartar cuerpo extraño o torsión: especialmente si hay dolor abdominal intenso.
Tratamiento médico inicial
Una vez descartada la necesidad quirúrgica, el tratamiento médico se centra en restaurar la perfusión, controlar los signos digestivos y prevenir complicaciones.
- Fluidoterapia agresiva: Lactato de Ringer o Ringer con glucosa IV, a ritmo de mantenimiento o bolus según el estado del paciente.
- Antieméticos: Maropitant (Cerenia®) a 1 mg/kg SC cada 24 h.
- Protectores gástricos: Omeprazol a 0,7–1 mg/kg PO cada 24 h.
- Dieta digestible o ayuno breve (6–12 h): según tolerancia y presencia de vómitos.
- Antibióticos: únicamente si hay signos sistémicos (fiebre, neutropenia) o se sospecha translocación bacteriana.
En pacientes sin vómitos activos ni signos sistémicos, el ayuno prolongado no aporta beneficios y puede retrasar la recuperación intestinal.
Seguimiento y criterios de hospitalización
Hospitalizar es necesario cuando:
- El perro no tolera líquidos ni comida por vía oral
- Hay signos evidentes de shock hipovolémico
- Persiste la hematoquecia abundante
- Las analíticas muestran alteraciones graves (hipoproteinemia, hipoglucemia)
Durante la hospitalización es clave realizar controles clínicos cada 4–6 horas (temperatura, hidratación, color de mucosas, frecuencia cardiaca), así como monitorizar el retorno del apetito y la frecuencia de deposiciones.
Un buen indicador de mejora clínica es la recuperación del interés por la comida junto con la disminución del volumen y frecuencia de las heces.
Tabla resumen: protocolo clínico paso a paso
Etapa | Acciones recomendadas | Observaciones importantes |
Evaluación inicial | Signos vitales, mucosas, hidratación | Detectar urgencia vital |
Fluidoterapia | Cristaloides IV (Lactato Ringer) | Bolus si hay shock, ajustar según respuesta |
Antieméticos | Maropitant 1 mg/kg SC cada 24 h | Control del vómito y mejora del bienestar |
Gastroprotectores | Omeprazol 0,7–1 mg/kg PO cada 24 h | Si hay vómito o hematemesis |
Nutrición | Ayuno breve si vómito activo; luego dieta digestible | Reintroducción gradual |
Antibióticos (si hay fiebre o leucopenia) | Amoxicilina-clavulánico 20 mg/kg cada 12 h PO | Evaluar tras hemograma o signos sistémicos |
Seguimiento hospitalario | Control cada 4–6 h (hidratación, Tª, apetito) | Adaptar tratamiento según evolución clínica |
Conclusión
Actuar con rapidez, rehidratar de forma efectiva y mantener una vigilancia clínica estrecha son los pilares del manejo de las diarreas hemorrágicas agudas en perros.
Con un enfoque sistemático, incluso los casos más graves pueden resolverse con éxito y sin secuelas. El papel del equipo veterinario es clave no solo para tratar, sino también para tranquilizar al tutor y explicar que, con atención rápida, el pronóstico puede ser excelente.
Referencias
- Ettinger, S. J., & Feldman, E. C. (2017). Textbook of Veterinary Internal Medicine (8th ed.). Elsevier.
- Hall, E. J., & Day, M. J. (2012). Diseases of the small intestine. In: Nelson, R. W., & Couto, C. G. Small Animal Internal Medicine (5th ed.). Elsevier.
- Weese, J. S., & Blondeau, J. M. (2015). Antimicrobial use in dogs and cats: Risks, benefits, and recommendations. The Canadian Veterinary Journal, 56(6), 563–568.
- Marks, S. L., Kather, E. J., Kass, P. H., & Melli, A. C. (2002). Genetic and environmental risk factors for hemorrhagic gastroenteritis in small-breed dogs. Journal of Veterinary Internal Medicine, 16(3), 299–302.
- Willard, M. D., & Twedt, D. C. (2012). Gastrointestinal emergencies in small animals. In: Silverstein, D. C., & Hopper, K. Small Animal Critical Care Medicine (2nd ed.). Saunders.
Plumb, D. C. (2023). Plumb’s Veterinary Drug Handbook (9th ed.). Wiley-Blackwell.