La rabia es una de las enfermedades más temidas en la medicina veterinaria debido a su gravedad, su alta tasa de mortalidad y su riesgo zoonótico. Tanto en perros como en gatos, el virus de la rabia provoca una encefalomielitis aguda, que, si no se trata de inmediato, resulta fatal.
Como veterinarios y ATVs, es crucial estar preparados para reconocer los signos clínicos de la rabia, implementar el manejo adecuado y seguir las pautas de tratamiento preventivo.
Con este artículo queremos guiarte a través del diagnóstico, informarte de los grupos de mayor riesgo y el manejo específico en perros y gatos. ¡Vamos a aprender todo acerca de la rabia en perros y gatos!
¿Qué es la rabia?
La rabia es una enfermedad viral, transmitida por la mordedura o el contacto con la saliva de un animal infectado. El virus afecta el sistema nervioso central, produciendo inflamación cerebral que, finalmente, provoca la muerte.
El Lyssavirus, el agente responsable de la rabia, es capaz de infectar a cualquier mamífero, pero los perros y gatos son de las especies más comúnmente afectadas en ambientes urbanos y rurales.
Una vez que los signos clínicos aparecen, la enfermedad es siempre fatal, lo que subraya la importancia de la prevención a través de la vacunación.
Diagnóstico de la rabia en perros y gatos
El diagnóstico clínico de la rabia es complicado, ya que los primeros signos suelen ser inespecíficos. La rabia tiene varias fases, y los síntomas varían según la etapa de la enfermedad. Inicialmente, los animales pueden mostrar cambios en el comportamiento, seguidos de agresividad, hipersalivación, y parálisis.
En sus etapas más avanzadas, los animales presentan signos neurológicos graves, como convulsiones, desorientación y coma.
Fases de la rabia:
- Fase prodrómica: Cambios en el comportamiento, fiebre y ansiedad.
- Fase furiosa: Aumento de la agresividad, hipersensibilidad a estímulos, e hipersalivación.
- Fase paralítica: Parálisis de los músculos, incluida la mandíbula, dificultad para tragar, y coma.
Métodos diagnósticos:
- Examen físico y síntomas clínicos: Los signos como cambios de comportamiento, dificultad para tragar y agresividad deben generar una alta sospecha clínica.
- Diagnóstico post-mortem: El diagnóstico definitivo se realiza tras la muerte, mediante la detección del virus en tejido cerebral usando técnicas como la inmunofluorescencia.
- PCR: En animales sospechosos que aún están vivos, la PCR en saliva o líquido cefalorraquídeo puede ayudar a detectar el virus.
Animales con mayor predisposición
Todos los perros y gatos no vacunados están en riesgo de contraer la rabia si son mordidos o entran en contacto con un animal infectado. En áreas rurales, donde los animales de compañía tienen mayor interacción con fauna silvestre, el riesgo es aún mayor.
En particular, los perros y gatos que viven en zonas donde la vacunación no es rutinaria o que pasan mucho tiempo al aire libre, tienen una predisposición más alta. La exposición a murciélagos, zorros y otros animales silvestres es un factor clave en la transmisión del virus.
Manejo de la rabia en perros y gatos
El manejo de la rabia depende del estado del animal y si ha sido o no vacunado previamente. En cualquier caso, la rabia es una enfermedad de declaración obligatoria, por lo que ante la sospecha de un caso, es crucial seguir los protocolos establecidos por las autoridades sanitarias.
Manejo en animales expuestos no vacunados:
- Eutanasia inmediata: En animales no vacunados que han sido expuestos a la rabia, la eutanasia es la recomendación estándar. Esto es para evitar la diseminación del virus y proteger la salud pública.
- Cuarentena estricta: Si los tutores rechazan la eutanasia, el animal debe ser puesto en cuarentena estricta durante al menos 4 meses (perros) o 6 meses (gatos), y debe ser observado diariamente para detectar signos clínicos de rabia.
Manejo en animales vacunados:
- Los animales que han sido vacunados contra la rabia pero han sido expuestos al virus deben recibir una dosis de refuerzo de la vacuna antirrábica y ser observados durante 45 días para asegurar que no desarrollen síntomas.
Tratamiento de la rabia
Desafortunadamente, no existe un tratamiento efectivo para la rabia una vez que los síntomas clínicos aparecen. La única forma de controlar la rabia es a través de la prevención con vacunas antirrábicas.
En la clínica veterinaria, el papel más importante es la vacunación preventiva y la correcta aplicación de los protocolos de manejo de animales sospechosos o expuestos.
Tratamiento preventivo: vacunación
- Vacunación en perros:
- Primera dosis: Se administra una vacuna inactivada a las 12 semanas de edad.
- Refuerzos: Al año de la primera vacunación, y luego cada 1-3 años según las regulaciones locales.
- Vacunación en gatos:
- Primera dosis: A partir de las 12 semanas de edad, se administra una vacuna inactivada o recombinante.
- Refuerzos: Se aplica al año de la primera vacuna, y luego cada 1-3 años según el fabricante y las normativas locales.
Tratamiento de emergencia en animales expuestos a la rabia
En el caso de un perro o gato que haya sido mordido o expuesto a un animal sospechoso de estar infectado, el protocolo dependerá de su historial de vacunación:
- Animales no vacunados: La recomendación es la eutanasia, ya que la cuarentena es un riesgo tanto para el animal como para el entorno.
- Animales vacunados: Deben recibir un refuerzo de la vacuna antirrábica inmediatamente después de la exposición, y ser observados durante 45 días.
Tabla resumen del manejo de la rabia
Tipo de animal | Estado vacunal | Acción | Observación |
Perro/Gato no vacunado | Exposición rabia | Eutanasia o cuarentena de 4-6 meses | Observación diaria de signos clínicos |
Perro/Gato vacunado | Exposición rabia | Dosis de refuerzo de vacuna antirrábica | Observación durante 45 días |
Perro/Gato con síntomas | Presenta síntomas | Aislamiento inmediato y eutanasia | Notificación a las autoridades sanitarias |
Animal salvaje | Sospechoso de rabia | Captura y análisis post-mortem del tejido cerebral | – |
Prevención y control de la rabia
La vacunación es la principal estrategia para prevenir la rabia. Además, los tutores deben ser conscientes de los riesgos asociados a la exposición de sus animales a la fauna salvaje.
En áreas endémicas, es recomendable educar a las familias de perros y gatos sobre la importancia de las vacunaciones y los refuerzos, y mantener a sus animales alejados de potenciales vectores como murciélagos, zorros o mapaches.
Conclusión
La rabia es una enfermedad fatal tanto para los perros y gatos como para las personas. La clave para controlar la rabia está en la prevención mediante la vacunación y la identificación temprana de casos sospechosos.
Como veterinarios y ATVs, es nuestra responsabilidad seguir los protocolos de manejo, aislar a los animales potencialmente infectados y garantizar que se cumplan las normativas sanitarias para proteger tanto a nuestros pacientes como a la comunidad en general.
Referencias
- Greene, C. E. (2012). Infectious Diseases of the Dog and Cat. Elsevier.
- Ettinger, S. J., & Feldman, E. C. (2017). Textbook of Veterinary Internal Medicine. Elsevier.
- Plumb, D. C. (2018). Plumb’s Veterinary Drug Handbook. Wiley-Blackwell.