La deshidratación en pequeños animales puede deberse a pérdidas digestivas (vómitos, diarrea), renales, hemorrágicas, fiebre, shock o anorexia prolongada. Su impacto sobre el volumen circulante y la perfusión tisular puede comprometer órganos vitales si no se trata a tiempo.
El veterinario debe identificar de forma rápida el grado de deshidratación, calcular las necesidades hídricas y diseñar un plan de fluidoterapia adaptado a la especie, edad y condición clínica.
Evaluación inicial del paciente deshidratado
Antes de iniciar la fluidoterapia, es necesario valorar el estado general y establecer prioridades.
Signos clínicos sugerentes de deshidratación:
- Leves (≤ 5 %): pérdida del brillo en mucosas, pliegue cutáneo que tarda en volver.
- Moderados (6–8 %): mucosas secas, pliegue cutáneo evidente, globo ocular ligeramente hundido.
- Graves (≥ 10 %): mucosas muy secas, ojos hundidos, shock, letargia extrema, colapso.
En paralelo, deben registrarse constantes vitales (frecuencia cardiaca, respiratoria, presión arterial) para diferenciar entre deshidratación pura e hipovolemia asociada.
Métodos diagnósticos complementarios
Además de la exploración física, es útil confirmar el estado de hidratación con pruebas adicionales:
- Hematocrito y proteínas totales: aumentados en deshidratación.
- Electrolitos séricos: hiponatremia, hipopotasemia o alteraciones mixtas.
- Lactato: indicador de perfusión tisular.
- Diuresis: monitorizar con sonda urinaria en pacientes graves.
Estas pruebas guían la elección del tipo de fluido y la velocidad de administración.
Cálculo de las necesidades hídricas
El plan de fluidoterapia se basa en tres componentes:
- Déficit de hidratación
- % de deshidratación × peso (kg) × 10 = ml de déficit.
- Ejemplo: perro de 10 kg con 8 % → 0,08 × 10 × 1000 = 800 ml de déficit.
- % de deshidratación × peso (kg) × 10 = ml de déficit.
- Mantenimiento
- Perros: 40–60 ml/kg/día.
- Gatos: 40–50 ml/kg/día.
- Perros: 40–60 ml/kg/día.
- Pérdidas continuas
- Estimar vómitos, diarrea, poliuria.
- Sumar al plan de fluidos y ajustar según monitorización.
- Estimar vómitos, diarrea, poliuria.
La reposición del déficit debe hacerse de forma gradual en 12–24 h, salvo en shock, donde parte se corrige de inmediato.
Elección del tipo de fluido
La elección del fluido depende del grado de deshidratación, el estado electrolítico y la enfermedad de base.
- Cristaloides isotónicos (Ringer lactato, NaCl 0,9 %): primera elección en la mayoría de casos.
- Soluciones glucosadas al 5 %: indicadas en hipoglucemia, pero no como único fluido de resucitación.
- Soluciones con potasio añadido: útiles en hipopotasemia, siempre con control analítico.
- Coloides o plasma: en hipoproteinemia grave o shock refractario.
En gatos se recomienda mayor precaución con la velocidad de infusión para evitar sobrecarga.
Plan paso a paso de fluidoterapia
- Evaluar al paciente: estado clínico, constantes vitales, analíticas.
- Estimar el déficit de hidratación según signos clínicos.
- Calcular mantenimiento y pérdidas continuas.
- Seleccionar el fluido más adecuado según diagnóstico y analíticas.
- Administrar fluidos:
- Reposición inicial rápida en shock (bolos de 10–20 ml/kg en perros, 5–10 ml/kg en gatos).
- Reposición gradual del déficit en 12–24 h.
- Reposición inicial rápida en shock (bolos de 10–20 ml/kg en perros, 5–10 ml/kg en gatos).
- Monitorizar: temperatura, FC, FR, presión arterial, diuresis, peso corporal.
- Reajustar el plan según evolución y resultados analíticos.
El tratamiento debe ser dinámico y adaptado a cada paciente.
Complicaciones y precauciones
El exceso de fluidos puede generar complicaciones graves, especialmente en gatos y pacientes cardiópatas.
- Sobrehidratación: edema pulmonar, ascitis, efusión pleural.
- Desequilibrios electrolíticos: hipernatremia o hiponatremia si no se ajusta el fluido.
- Hipotermia: administrar fluidos templados en pacientes críticos.
Monitorizar estrechamente evita estas complicaciones.
Papel del tutor en el manejo
El tutor debe comprender la importancia de la hospitalización y la monitorización continua. Su papel es clave en:
- Autorizar hospitalización y administración de fluidos.
- Comprender la necesidad de controles seriados.
- Vigilar signos de alerta tras el alta: letargia, disnea, tos, vómitos.
Una buena comunicación favorece la adherencia al tratamiento y la seguridad del paciente.
Tabla resumen: abordaje del paciente deshidratado
Grado de deshidratación | Signos clínicos principales | Pruebas recomendadas | Fluidoterapia orientativa |
Leve (≤ 5 %) | Pliegue cutáneo leve, mucosas secas | Hematocrito, proteínas totales | Cristaloides isotónicos, reposición en 24 h |
Moderada (6–8 %) | Ojos hundidos, mucosas secas, letargia | Hemograma, electrolitos, lactato | Cristaloides isotónicos, reposición en 12–24 h |
Grave (≥ 10 %) | Shock, mucosas muy secas, colapso | Hemograma, bioquímica, gasometría | Bolos iniciales + reposición rápida, monitorización intensiva |
Shock hipovolémico | Hipotensión, taquicardia, hipoperfusión | Lactato, presión arterial | Bolos de 10–20 ml/kg (perros), 5–10 ml/kg (gatos), reevaluar |
Conclusión
El abordaje del paciente deshidratado exige una valoración rápida y estructurada. Calcular el déficit hídrico, añadir mantenimiento y pérdidas continuas, y seleccionar el fluido más adecuado permite diseñar un plan terapéutico individualizado.
La monitorización constante y la comunicación con el tutor son esenciales para prevenir complicaciones y garantizar una recuperación completa. En urgencias, un protocolo paso a paso asegura decisiones rápidas y seguras.
Referencias científicas
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