Inmunodeficiencia felina: todo lo que necesitas saber acerca de este virus

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El virus de la inmunodeficiencia felina (FIV), es una de las infecciones víricas más comunes en gatos, junto con el virus de la leucemia (FeLV). Pertenece a la familia de los retrovirus, del género Lentivirus

Este virus tiene la capacidad de producir infecciones lentas (de ahí el sufijo del género lenti-), y el periodo de incubación es bastante largo. La estructura y morfología del virus tiene muchas similitudes con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).

Aun así, es importante tener en cuenta que ambos virus son específicos de la especie. Por lo tanto, no hay riesgo de contagio de humanos a gatos, ni viceversa. Su estructura es la siguiente:

Estructura del virus de la inmunodeficiencia felina

Dependiendo del gen env (envoltura), en la actualidad se han podido identificar varios subtipos de virus (A, B, C, D, E), además de varias combinaciones entre ellos. La predominancia de un subtipo depende del país, aunque los más comunes a nivel mundial son los subtipos A, B. 

Su principal característica es que causa inmunosupresión en los gatos, ya que afecta a los glóbulos blancos, dañándolos y/o destruyéndolos. Es por eso que los felinos infectados con FIV, tienen más probabilidades de padecer otro tipo de enfermedades.

¡Pero vamos a hablar de esto más detenidamente! ¿Cómo se transmite este virus? ¿Cuáles son las fases de la enfermedad? ¿Qué tratamientos existen? ¡Respondamos a todo esto!

¿Cómo se transmite el virus de la inmunodeficiencia felina?

La forma más habitual de transmisión del virus de la inmunodeficiencia felina es la horizontal y directa. Las heridas por mordeduras son la fuente principal de contagio, por lo que se ha demostrado que los gatos machos sin castrar, de colonias felinas, o los outdoor, tienen más riesgo de contagio.

Aunque la saliva es un fluido que puede tener gran carga de virus, en gatos que conviven sin conflictos en un hogar, el riesgo de trasmisión es muy bajo. 

Además, hay que tener en cuenta que el virus sobrevive muy poco tiempo en el ambiente, y que se elimina de forma fácil, por ejemplo, con jabones. Por lo que el riesgo de contagio en los hogares es muy bajo.

En cuanto a la transmisión vertical, de madres a crías, aunque teóricamente es posible, no es frecuente. De darse esta transmisión vertical, normalmente ocurre cuando la hembra ha sido contagiada al inicio de la gestación. 

También se ha encontrado carga viral en el semen, por lo que, aunque poco frecuente, la transmisión venérea también puede suceder.

Fases o estadios de la infección por FIV

Cuando el virus entra en el organismo, éste ingresa a las células, y afecta principalmente a los linfocitos T, aunque también a los linfocitos B, macrófagos y órganos linfoides. Se distinguen 3 fases o estadios de la infección:

Infección aguda

El virus entra en las células y se reproduce en el tejido linfoide. Cuando esto ocurre, normalmente, a partir de la segunda semana de la transmisión, se puede identificar una alta carga viral en sangre periférica. Normalmente, esta carga está en su estado máximo entre las semanas 8 y 12.

En este estado de infección, el virus se disemina por todo el organismo. El sistema inmunológico del gato reacciona, por lo que la carga viral del virus en sangre periférica disminuye.

Aun así, el gato es incapaz de eliminar el virus por completo del organismo, por lo que entra en la siguiente fase.

Infección subclínica

Aunque el sistema inmunitario del gato no haya conseguido eliminar el virus del organismo, este hace que su carga viral sea baja. Este estado puede perdurar años, o incluso toda la vida, sin que el felino muestre signos clínicos (o muy reducidos).

Durante esta fase, se producen dos hechos importantes:

  • Inmunosupresión
  • Hiperactivación del sistema inmune

El tiempo que un gato puede permanecer con una infección subclínica es muy variable. Depende del sistema inmunitario del individuo, de las infecciones secundarias a las que haya podido estar expuesto, y del subtipo de FIV. Muchos gatos se mantienen en este estadio durante toda su vida.

Infección terminal

Algunos gatos infectados por FIV, pueden llegar al estadío de infección terminal. Se caracteriza principalmente por las linfadenopatías, y por el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (conocido como el SIDA felino).

Es en esta fase dónde los gatos pueden desarrollar enfermedades secundarias (oportunistas), debido a la baja actividad de su sistema inmune. Cómo su nombre indica, en estos casos la enfermedad es terminal.

Signos clínicos del FIV

No hay signos clínicos específicos que nos indiquen que un gato está infectado por el virus de la inmunodeficiencia felina. Los signos dependen de la fase de la infección, del sistema inmunitario del individuo, y del subtipo de FIV, entre otros factores.

En la fase de infección aguda, los signos clínicos que se observan, son leves. Varían desde la fiebre, la anorexia y pérdida de peso, diarreas, hasta una linfopenia transitoria. En la fase subclínica, cómo su nombre indica, no se observan signos clínicos.

Es en la fase terminal donde aparecen los signos clínicos más graves, debido a la inmunosupresión. Entre los más habituales se encuentran:

  • Enfermedades oportunistas: destacan sobre todo el herpesvirus y el calicivirus. También pueden ser frecuentes las infecciones en la piel, y las bacterianas que afectan a las vías digestivas y urinarias.
  • Gingivitis y estomatitis
  • Neoplasias: suelen ser habituales los linfomas de linfocitos B y las leucemias. Pueden aparecer también fibrosarcomas y mastocitomas
  • Disfunción neurológica: lo más común es el cambio de comportamiento, aunque también puede aparecer ataxia, nistagmo, convulsiones y/o demencia. 
  • Enfermedades inmunomediadas
  • Enteropatías
Signos clínicos del FIV

Diagnóstico de la inmunodeficiencia felina

De la misma forma que ocurre con el virus de la leucemia felina, un diagnóstico precoz ayuda a ofrecer el mejor tratamiento y calidad de vida a los pacientes.

En la clínica diaria, la forma más habitual de realizar un diagnóstico es a través de la prueba ELISA. Este test detecta la proteína P24 y las proteínas de envoltura. También se puede realizar una inmunocromatografía (ICG), pero esta prueba es menos específica, ya que solo detecta un tipo de proteína de la envoltura.

Un positivo en estas pruebas indica indicios de infección. Pero un negativo puede ser falso. En el estadio subclínico los gatos tienen una carga viral muy baja, por lo que pueden ser indetectables. 

Además, en los casos positivos, si lo hacemos en cachorros, estos pueden tener anticuerpos de la madre, que pueden durar hasta los 6 meses de edad.

Por eso, en estos casos de duda, ya sea por positivos o negativos, lo más recomendable es hacer una PCR. Este es un método muy sensible y específico. 

Tratamientos para el FIV, ¿qué nos deparará el futuro?

Antes de hablar de los tratamientos per sé, es necesario comentar que la mejor medicina es la preventiva. Por eso, un diagnóstico precoz, así cómo disminuir el riesgo de que los gatos pueden resultar infectados es la mejor vía.

A la hora de adoptar un gato, es necesario hacer un test de FeLV-FIV (y repetirlo o confirmarlo como hemos dicho anteriormente en el caso de dudas). Si el resultado es positivo, le ayudaremos a mantener una calidad de vida óptima.

Otro tratamiento preventivo, aunque no disponible en muchos lugares (por ejemplo, en Europa), son las vacunas contra el FIV. Debido a los diferentes subtipos del FIV, y de que hay pocos datos sobre su eficacia, todavía no se comercializa a nivel mundial. Pero que se siga investigando al respecto es una esperanza para todos los gatos con inmunodeficiencia. 

De forma general, y lo que habitualmente se hace en gatos positivos, es un tratamiento de mantenimiento y de prevención de enfermedades secundarias. 

En la actualidad, y aunque todavía queda mucho por estudiar, también podemos hablar de dos tratamientos “específicos” para tratar la inmunodeficiencia felina:

  • Antirretrovirales: La zidovudina (AZT), es un antirretroviral de medicina humana que se ha usado para el tratamiento contra el FIV. En estudios controlados con placebos, se ha demostrado que el AZT suele ser bien tolerado, y que aumenta y mejora la calidad de vida de los gatos. Aunque hay que tener en cuenta que este fármaco puede tener efectos secundarios (anemias, caída del hematocrito por debajo del 20%), y que además puede aparecer mutaciones del virus resistentes al AZT.
  • Inmunomoduladores: Existe el interferón omega felino, que es específico para gatos. Todavía queda mucho por estudiar, pero existe un estudio realizado en 35 clínicas, con 137 gatos infectados por FeLV y FeLV-FIV, en el que se les administró interferón felino por vía subcutánea, y en el que los signos clínicos mejoraron. Entre los estudios sobre este fármaco se encuentran:

Teniendo todo esto en cuenta, vemos la importancia de que se siga investigando, ya sea las vacunas y los tratamientos. Esto es necesario para que sea el primer paso para erradicar la enfermedad, para que los gatos infectados con el virus de la inmunodeficiencia felina tengan un diagnóstico favorable y mejoren su calidad de vida.

¿Dónde crees que está el futuro de los tratamientos contra el FIV? ¿Crees que tenemos posibilidad de ver en un futuro próximo una cura a esta enfermedad? ¡Te leemos!

Fuentes:

Desiré Huerga

Desiré es licenciada en física por la Universidad del País Vasco y ATV. Uniendo estas dos pasiones, ha realizado varios cursos de especialización sobre diagnóstico por imagen, haciendo internados en hospitales. Además, se enamoró del quirófano desde el primer día que entró en uno. Le encanta la divulgación, y piensa que la formación continúa y la información veraz es imprescindible para esta profesión.

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