Evaluar a un gato con cojera puede convertirse en una tarea bastante complicada. A diferencia de los perros, los felinos tienden a enmascarar el dolor, se resisten a la manipulación y muchas veces llegan a consulta cuando el problema ya es crónico.
Un buen diagnóstico diferencial permite no solo identificar la causa subyacente, sino también evitar pruebas innecesarias y enfocar el tratamiento de forma eficaz desde el principio.
Qué entendemos por cojera en gatos
La cojera, o claudicación, es una alteración del patrón de marcha asociada a dolor, debilidad o disfunción neuromuscular. Puede presentarse de forma aguda (traumatismos, luxaciones, infecciones) o crónica (artrosis, neoplasias, displasias).
En gatos, la cojera se manifiesta con menor apoyo de la extremidad afectada, alteraciones posturales, intolerancia al movimiento o incluso con signos sutiles como una disminución en los saltos o los hábitos de acicalamiento.
Cómo evaluar clínicamente a un gato cojo
Una exploración sistemática es clave, incluso en pacientes difíciles de manejar. El proceso debe incluir:
- Anamnesis detallada: aparición repentina o progresiva, evolución, posibilidad de traumatismo, acceso al exterior, vacunación, edad, raza, y uso de antiparasitarios.
- Observación dinámica: evaluación en movimiento (andar, trotar, saltar si es posible), observando si la cojera es continua, intermitente, o mejora con el ejercicio.
- Palpación cuidadosa: comparativa entre extremidades, detectando calor, crepitación, masa, dolor, atrofia muscular, edema o deformidad.
- Exploración neurológica: siempre que el cuadro no sea puramente ortopédico.
Conviene realizar la exploración en un entorno tranquilo, y si el gato no coopera, plantearse la sedación para una evaluación completa y segura.
Causas más frecuentes de cojera en gatos
La cojera en gatos puede estar derivada por múltiples factores. Entre las causas más comunes nos encontramos con:
Ortopédicas
- Fracturas (especialmente en caídas desde altura).
- Luxaciones articulares (más comunes en cadera y codo).
- Artritis séptica o inmunomediada.
- Osteoartritis crónica, especialmente en gatos geriátricos.
- Osteocondritis disecante, displasia de cadera o de codo (menos frecuente que en perros, pero presente).
- Cuerpos extraños (astillas, cristales en almohadillas).
Neurológicas
- Hernias discales toracolumbares.
- Traumatismos medulares.
- Síndrome de Horner o paresias unilaterales.
- Neuropatías periféricas (p.ej., por toxoplasmosis o PIF).
Infecciosas y parasitarias
- Mycoplasma spp., Bartonella henselae y virus del calicivirus felino pueden provocar cojera poliarticular.
- Esporotricosis o actinomicosis, si hay afectación de tejidos blandos o hueso.
- Larva migrans visceral con tropismo neuromuscular (raro, pero descrito).
Neoplásicas
- Osteosarcoma, fibrosarcoma, hemangiosarcoma óseo.
- Tumores de partes blandas que afectan la marcha por compresión o invasión local.
Vasculares o metabólicas
- Tromboembolismo aórtico en gatos con cardiomiopatía hipertrófica (cojera aguda, sin pulso femoral).
- Hipocaliemia (como en hipertiroidismo tratado con metimazol), con debilidad muscular.
Qué pruebas son necesarias según la sospecha
La elección de pruebas complementarias debe adaptarse al caso clínico. Las más utilizadas son:
- Radiografía ortogonal de la zona afectada.
- Ecografía musculoesquelética si hay afectación de tejidos blandos.
- Hemograma y bioquímica completa.
- Serologías (FIV, FeLV, Toxoplasma, Bartonella).
- Análisis de líquido sinovial (si se sospecha artritis infecciosa/inmunomediada).
- RM o TAC para lesiones neurológicas, masas o sospecha de metástasis.
- EMG o biopsia muscular, en casos crónicos no concluyentes.
Cojera: ¿siempre es dolorosa?
No. Muchos gatos cojean sin mostrar signos evidentes de dolor. En patologías neurológicas o metabólicas, la cojera se debe más a debilidad o descoordinación que a una señal nociceptiva. También hay casos de compensación postural donde el dolor real está en otra extremidad o región corporal.
Por eso, el diagnóstico diferencial es vital para no caer en errores de localización primaria.
Urgencias veterinarias asociadas a cojera en gatos
Hay ciertos escenarios que deben tratarse como urgencias:
- Cojera aguda con imposibilidad de apoyo.
- Signos de dolor severo, vocalización o agresividad.
- Cojera bilateral repentina (sospecha de enfermedad neurológica o tóxica).
- Pérdida de pulso distal (posible tromboembolismo).
- Edema, deformidad o calor intenso en la extremidad.
- Lesiones expuestas, hemorragias o fracturas visibles.
En estos casos, estabilizar al paciente es prioritario antes de realizar pruebas avanzadas.
Tabla resumen: diagnóstico diferencial de la cojera felina
Causa | Edad típica | Inicio | Signos asociados | Pruebas clave |
Fractura / Luxación | Joven/adulto | Agudo | Dolor, deformidad, crepitación | Radiografía |
Osteoartritis | Geriátricos | Crónico | Disminución actividad, rigidez | Rx, respuesta a AINEs |
Calicivirus / Bartonella | Jóvenes | Subagudo | Fiebre, claudicación variable | Serología, líquido articular |
Osteosarcoma | Adulto | Progresivo | Dolor severo, masa palpable | Rx, biopsia |
Trombosis aórtica | Adulto | Súbito | Ausencia de pulso, dolor, parálisis | Eco-Doppler, ECG |
Hernia discal / Neuropatía | Cualquier edad | Variable | Ataxia, paresia, reflejos alterados | RM, EMG, respuesta a corticoides |
Conclusión
El diagnóstico diferencial de la cojera en gatos exige una mirada clínica amplia, sistemática y muy adaptada a la especie. No basta con buscar una fractura: hay que pensar en infecciones, tumores, enfermedades neurológicas o incluso alteraciones cardiovasculares.
Un enfoque ordenado, acompañado de buena observación y pruebas dirigidas, mejora drásticamente el pronóstico y evita tratamientos innecesarios o erróneos. Y, sobre todo, recordad: en el mundo felino, el dolor no siempre se deja ver.
Referencias
- Lascelles, B.D.X., et al. (2018). Feline degenerative joint disease: recognition and diagnosis. Journal of Feline Medicine and Surgery, 20(11), 1081–1089.
- Merola, I. & Mills, D. S. (2016). Behavioural signs of pain in cats: an expert consensus. BMC Veterinary Research, 12, 102.
- Dewey, C. W., & da Costa, R. C. (2015). Practical Guide to Canine and Feline Neurology (3rd ed.). Wiley-Blackwell.
- Plumb, D. C. (2020). Plumb’s Veterinary Drug Handbook (9th ed.). Wiley-Blackwell.
- Gruen, M. E., et al. (2020). Use of quantitative sensory testing to measure pain in cats. Veterinary Journal, 259, 105470.